domingo, 13 de abril de 2008

Públicos

Siempre habrá alguien que se pregunte dónde está la gente a la hora de elegir su menú cultural, los espectáculos, las películas o entretenimientos a los que desea concurrir.

A menudo la cultura parece un concepto abstracto e, incluso, contrario al disfrute o la diversión. Que ese esquema falso y estrecho evolucione hacia un campo de recepción diverso y rico depende de quienes deciden convocar al público, sumar un espacio, pensar una programación o concursar los espacios de una grilla.

Días atrás, en la apertura de la temporada 2008 del Espacio Incaa, Liliana Malem, responsable del área audiovisual de la Secretaría de Cultura de la provincia, alentaba a quienes la acompañaban en esa primera proyección de la película XXY, a volver, a unirse en torno al cine nacional que la sala exhibe como sello distintivo del Instituto Nacional.

El Auditorio Perón también tiene su programación de eventos musicales, teatro y espectáculos para chicos. Ese punto estratégico de Córdoba, una ciudad en sí misma, tendrá que convencer a la población estable de las distintas escuelas de arte que conviven en el predio, para que consideren que, además de formar parte de una comunidad educativa especial, pueden convertirse en público entusiasta del Auditorio. ¿Cuánta gente que concurre diariamente a la Ciudad de las Artes conoce las dos salas (la mayor y la menor)?

A menos de un kilómetro de allí, en la Ciudad Universitaria, los responsables del Cepia, el centro de investigación artística de la Facultad de Filosofía y Humanidades, ha lanzado una ofensiva interesante, que refleja la impronta del trabajo interdisciplinario.

Tesis u obras surgidas de investigaciones ocupan la sala Jorge Díaz. Cruzan los dedos para que lentamente el lugar registre más movimiento, teniendo en cuenta que el edificio es muy cómodo pero no está emplazado en un lugar visible, de paso.

La Secretaría de Extensión de la UNC, por su parte, programa sus espacios del Pabellón Argentina. La Sala de las Américas no termina de instalarse como propuesta cultural, también limitada a la lógica de circulación de los estudiantes del sector.

Aun con ventajas notorias, luchan por un público estable, las salas del centro, las oficiales y las independientes. Generar la inquietud y la necesidad de saber qué pasa en Córdoba, en materia de movimientos culturales, parece ser el primer trabajo de gestores y programadores.

Tienen que trabajar mucho para que se instale el hábito de buscar, dónde sea, la obra o la película (fuera del circuito comercial, que se impone por inercia), al tiempo que hace falta crear la red que conecte las distintas ciudades artísticas que conviven en Córdoba. Gente hay, y es mucha, pero los públicos son una construcción bastante más sofisticada.

El cambio pasa por impulsar un salto cualitativo en la comunidad para que esos miles de personas deseen salir de su casa en busca de estímulos nuevos.

Fuente: La Voz del Interior, Córdoba/ Beatriz Molinari

Aportes y comentarios: alracul@gmail.com

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