sábado, 1 de noviembre de 2008

Santiago del Estero, una usina de folkloristas


En el mapa de la música argentina, Santiago del Estero siempre fue una usina importante. De allí salieron para extenderse a todo el país algunas de las expresiones más populares del folklore; en forma de chacareras, sobre todo, pero también cadenciosas zambas y vidalas reposadas en años que, tal vez por no responder a la vocación de agite que suele justificar al folklore cuando se hace espectáculo, muchas veces quedan relegadas.

Aquella tradición, forjada por nombres que hoy son parte del más profundo espíritu musical santiagueño, se prolonga hasta nuestros días.

Si en las generaciones que en la primera mitad del siglo 20 fundaron el folklore de Santiago del Estero brillan nombres como los de Julio Argentino Jerez, Andrés Chazarreta, los hermanos Simón, los Ríos, los Díaz, los Ábalos, la familia Carabajal, Manuel Augusto Jugo, por nombrar algunos, en la generaciones intermedias, aquellas que marcaron un pliegue respecto a los orígenes, se incorporan, entre otros, Peteco Carabajal, Jacinto Piedra y Horacio Banegas.

En la actualidad, existe en Santiago una copiosa producción musical que con referencia en la chacarera mira con igual intensidad a la tradición antigua y a la reciente, trazando puentes hacia otros géneros, sobre todo el rock en todas su formas. Autor de temas como Digo la Telesita y Camino a Telares, Mitre se propone como un eslabón intermedio respecto a los más jóvenes Franco Ramírez o el Dúo Terral, por ejemplo.

En De pájaros y flores, su nuevo disco, el trovador refleja su vínculo indisoluble con la chacarera. "Soy un santiagueño más, que escribe chacareras como muchos en mi provincia –asegura– y me siento comprometido con lo que eso significa".
"La línea melódica de la chacarera viene de lejos –continua–; está en los hermanos Díaz, en los Ábalos, en Chazarreta. Existe también una manera de cantar, marcada por la tonada; una voz santiagueña, con timbre cansino, casi hablado, sin gorjeos, sin impostación; el que mejor representa esta forma de ser santiagueño es Onofre Paz, de Los Manseros Santiagueños. Jacinto venía de ahí, pero era más rockero", agrega.
Respecto a las influencias que lo marcaron, Mitre no tiene dudas: "Yo soy un gran admirador de Peteco –continua–, porque le marcó un camino a nuestra generación", agrega y concluye: "Existe una camada de gente que despierta cosas lindas, como los chicos de Terral o Vislumbre del Esteco, que más allá del gusto dicen nuevas cosas. Siempre hay movida en Santiago, siempre se renueva la chacarera".

También Jorge Luis Carabajal destaca la intensa actividad creativa que se da en Santiago. "Respeto y admiro mucho lo de Peteco y lo de Jacinto –explica–; también lo de los Coplanacu, que es el resultado del trabajo de años, y lo de Raly, que de muy chico ya sabía lo que quería". "Pero no veo que eso sea una movida –agrega–; no se ve que desde ahí haya una mano tendida hacia las nuevas generaciones.

En ese sentido no hay continuidad, son hechos aislados". La "oveja negra" de la familia Carabajal publicó recientemente Despierto sueño, junto a Pablo Carabajal, un disco que propone una mirada menos paisajística del folklore. "Santiago podría explotar más la música como industria cultural y turística pero no existe el respaldo oficial para tanta creatividad".

Pelu Lucca, de Terral, considera que la música del dúo sigue una línea respecto a lo que dejaron Peteco Carabajal, Jacinto Piedra y Horacio Banegas. "Somos la continuación de eso, con nuestro estilo y nuestro gusto", asegura.

En nuestros temas hablamos de amor, por supuesto, pero también de la actualidad, las injusticias. En eso el paisajismo de los orígenes quedó superado". "En el dúo, el más rockero es Manuel (Orellana) –asegura Lucca–; yo crecí escuchando a los cantores santiagueños y esa diversidad es nuestra riqueza".

Franco Ramírez figura entre los más jóvenes de los cantores santiagueños con proyección nacional. En su segundo disco, Donde se espeja la luna, producido por el Coplanacu Roberto Cantos, Ramírez se muestra como el autor de temas en los que lo paisajístico deja lugar a una personal mirada sobre la cotidianidad. "La ubicación que uno puede tener en la línea de la tradición no se piensa, se da –asegura–.

Yo me crié en un Santiago de Estero tradicional, pero infiltrado por otras músicas. En mi casa se escuchaba desde Charly y Divididos hasta tangos y candombe" "Me gusta mucho el colombiano Carlos Vives, por ejemplo, –concluye– y también me marcaron mucho Peteco y Jacinto: En esa mezcla uno va buscando su propio estilo. Hablo de búsquedas, porque para mí todo es un aprendizaje".

Fuente La Voz el Interior/Córdoba.

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